El Muelle le hizo de escuela y el “cambullón” de maestro.
El cambio y la compraventa, de a bordo, su solución.
Inventaba los idiomas, casi como el Padrenuestro
y donde estaba presente, nunca faltó una canción.
Nació en la marginación, José Luis el Borrachito,
pasó por la Casa Cuna, cuando tres años cumplió.
Quisieron hasta venderlo, pues dicen que era bonito,
pero aquél no era su mundo y un día, fue, y se escapó.
Entonces la Ciudadela, apadrinó sus andanzas,
y allí fue el primer contacto con las riñas y el alcohol,
pero pronto se dio cuenta que era un hombre de finanzas
y con solo doce años, empezó en el “cambullón”.
|
Un amigo en cada barco, parece que era su lema,
con quien beberse algún tinto y practicar el argot,
para después ofrecerle su versión de “Galopera”,
y en esta, fue, que a los rusos, “serafines” bautizó.
Si el negocio no era bueno, decía: “ti capitalista”,
y si el “serafín” dudaba, rompía a gritar: ¡ polizaiii !
para cerrar cualquier “bisnes”, tenía muy buena vista
y entre los cambulloneros, el era el más popular.
Entre canciones y noches, su hogar fue “La Marquesina”,
alternando con el Muelle, Manicomio y Hospital.
Por eso que al enterarse, que esta desaparecía, dijo:
“Si a ella la entierran, que me entierren a mí, ya”.
|